Desprovistos de alas y de penachos,
los caracteres mediocres son incapaces de volar hasta una cumbre
o de batirse contra un rebaño. Su vida es perpetua complicidad con la ajena.
Son huestes mercenarias del primer hombre firme que sepa uncirlos a su yugo.
Atraviesan el mundo cuidando su sombra e ignorando su personalidad.
Nunca llegan a individualizarse; ignoran el placer de exclamar
“Yo Soy”
frente a los demas. No existen solos.
Su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo,
en un partido,en un grupo, en una secta, en una bandera;
siempre a embadurnarse de otros.
Jose Ingenieros (Filosofo y psicologo argentino, 1877-1925)
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